LA IMPORTANCIA DE LA VIDA El sufrimiento nos empuja, como a golpes de bastón, a cuestionarnos
sobre las cosas importantes de la vida, nos obliga a preguntarnos el
"por qué" de las cosas, de la Vida, de Dios, de la muerte, del amor, de
la amistad y de tantas otras cosas....es a partir de esa interrogación
que nos plantea el dolor que maduramos y empezamos a dar a las cosas su
verdadero valor.
Si no fuera por el sufrimiento nos acomodaríamos en nuestras propias
limitaciones físicas, emocionales y mentales y nos quedaríamos
enquistados en nuestros pensamientos y sentimientos actuales, perdiendo
esa perspectiva de las cosas, mucho más plena, que se nos quiere enseñar
a través del dolor.
Podemos pensar que sería mejor no tener que aprender a base de "golpes", pero las normas que rigen esta vida parecen ser así.
Así, podemos darle al sufrimiento una perspectiva totalmente
positiva considerando estas enseñanzas. El resultado de reflexionar en
profundidad estos temas y contrastarlos con la vida de cada día es que
de nuestro interior empieza a surgir el agradecimiento; aprendemos a
agradecer todo lo que nos ocurre a nosotros y a nuestros seres queridos.
También creemos que las pruebas que nos suceden nos vienen impuestas
por alguien lejano, quizás un dios justiciero e insensible. Nada más
lejos de lo que ocurre en realidad. Todas las circunstancias que
componen nuestra vida las hemos elegido nosotros mismos, con la ayuda de
nuestros guías, en el periodo anterior a nuestro nacimiento en esta
tierra.
En esta vida no existe un destino fijo y rígido, que no se pueda
cambiar, pero sí que escribimos en el libro del destino los sucesos que
queremos que ocurran para poder obtener todo el conocimiento posible a
esta dolorosa encarnación.
De esta forma, por muy duras que sean las circunstancias, damos
gracias por la oportunidad que la vida nos ofrece para poder aprender y
nos sentimos orgullosos de lo valientes que hemos sido al elegir y
aceptar las pruebas y las cargas que la vida nos impone.
El problema principal con respecto al sufrimiento, parece estar en
que las personas tenemos un sentido de los valores que no coincide con
los valores que aparentemente rigen la vida.
En nuestro deseo de vivir las cosas agradables y sentirnos
satisfechos y afirmados, seleccionamos constantemente a las personas y
las circunstancias como buenas y rechazamos las que creemos
desagradables o negativas.
Amamos a los seres que conviven con nosotros porque con ellos
tenemos un intercambio afectivo, vital e intelectual; y entonces
quedamos supeditados a estas personas porque la satisfacción que vivimos
en este intercambio la asociamos tan estrechamente a la imagen de tales
personas que para nosotros se convierte en una necesidad el seguir
teniendo esta imagen o persona junto a nosotros.Y cuando ella desaparece de nuestro horizonte, de nuestro contacto
físico humano, todo nuestro se siente desamparado, abrumado por esa
carencia.
Todo el problema, pues, del sentido del sufrimiento, de las
desgracias, reside en el hecho de que estamos utilizando la vida y sus
circunstancias para adquirir y poseer una seguridad, una felicidad y un
bienestar. Y esto parece que no es el sentido real de nuestra
existencia.
Los seres humanos no estamos aquí para pasarlo bien, para acumular o
para crear una serie de situaciones agradables en las que el "yo" se
afirma y a las que nos apegamos.
Estamos aquí para descubrir la realidad, la verdad de lo que es. Si
viviéramos cualquiera de nuestras situaciones de un modo consciente y
atento, descubriríamos que las cosas actúan como estímulos y que
respondemos a estos estímulos y, que esta respuesta nos descubre a
nosotros mismos.
Es en esta relación con todas las cosas que podemos conocernos a nosotros mismos y a lo que nos rodea.
Siempre que en la vida nos encontramos con dificultades es porque
hay algo que hacer. Hemos de cambiar algo, o bien en relación con el
exterior o con nuestro interior. La adversidad no es algo que que la
vida dirige contra nosotros, no es algo que se nos mande.
La adversidad es un modo natural de funcionar de las cosas que se
opone a nuestro modo no natural de ver las cosas. Las dificultades no
están regalando, si estamos despiertos para verlo, una lección de
verdad, de la verdad; nos obligan a que descubramos que en nosotros hay
algo que funciona mal, algo que está equivocado o que está poco
desarrollado.
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